EL IMPACTO NEGATIVO DEL POPULISMO MEDIÁTICO DEPRENSA EN VÍCTIMAS DE VIOLENCIA DE GÉNERO

La violencia de género es una problemática que ha permanecido en las sociedades e incluso ha ido en aumento en los últimos años,  es por ello que, se ha visibilizado la importancia de su análisis profundo, permitiendo que por este medio se reconozcan sus causas y efectos en diferentes casos, ampliando el estudio de la misma para prevenirla, aunque para identificarla en las realidades es necesario conocer los conceptos y conductas englobadas dentro de este tipo de violencia, pues de esta manera las labores realizadas por funcionarias o funcionarios se verán favorecidas y cumplirán con la disminución de esta cuestión que atañe a todas las mujeres.

La violencia de género entonces, es un tipo de violencia ligada a lo establecido culturalmente, es decir, al género, un constructo social decretado según el sexo de cada persona y que establece diversos roles a partir de esa situación,  lo que ha desarrollado una serie de desigualdades de poder en todas las sociedades, favoreciendo al género masculino al brindarle actividades o conductas autoritarias y de poder, a diferencia del género femenino, al cual se le han asignado conductas de subordinación.

En ese sentido, y siguiendo la Ley Orgánica por el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia en su artículo 14, se aprecia que define la violencia hacia las mujeres como:

“todo acto sexista o conducta inadecuada que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual, psicológico, emocional, laboral, económico o patrimonial; la coacción o la privación arbitraria de la libertad, así como la amenaza de ejecutar tales actos, tanto si se producen en el ámbito público como en el privado”.

(Chirino, 2019, S. P.)

Aunque parezca no tener relación el género con la violencia ejercida hacia las mujeres, por el simple hecho de ser mujeres, existe una correlación entre este atributo y las conductas de violencia ejercida, pues si bien, este sistema mantiene un determinado control social por medio de actores que violentan y someten a quien no lleva a cabo lo establecido, definiendo a los hombres como aquellos que aleccionen y lleven a cabo funciones de organización y a las mujeres como objetos de obediencia.

Seguidamente y sintetizando lo ya establecido, la violencia de género puede ser conceptualizada como una serie de actos que dañan a una o varias personas por razones de género; en este caso parecería que el significado de género engloba también a los hombres, pero solo sería de esa manera si no se contrastara con la realidad, aunque al hacerlo es notable que este concepto es referido a las mujeres en cuanto la mayor cantidad de violencia ejercida es contra su género por lo ya determinado culturalmente.

LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN LA EXPOSICIÓN DE CASOS DE VIOLENCIA DE GÉNERO

Los medios de comunicación en la presentación de casos de violencia de género han sido esenciales en la sociedad, debido a que facilitan la exhibición de información y además forman una opinión pública según lo que exponen, es por ello que debatir sobre los casos de violencia de género que son exhibidos a las colectividades y su análisis realizado por periodistas o comunicólogas/os en un medio de comunicación, debe ser de interés público, pues a partir de ello se identificarán los efectos que generan las percepciones expuestas en estas vías y las afectaciones que crean en las personas involucradas del hecho que se narra.

Un medio de comunicación fomenta el debate de los problemas que conciernen a las sociedades, a pesar de que las mismas reconozcan la existencia de amarillismos o noticias sin análisis exhaustivo y lógico, por lo tanto, influyen en todas aquellas personas que leen, escuchan y ven lo que está sucediendo en el entorno, planteando las causas e incluso medidas de acción a tomar para lo que se esté presentando, resultando entonces en un problema añadido al no brindar información veraz, sobre todo en casos de violencia de género, afectando a las personas involucradas.

En la exposición de casos, los medios de comunicación tienden a presentar una percepción simplista y por lo tanto descuidada, transmitiendo ideas erróneas de lo que sucede no solo a través de la redacción de la noticia, sino que, además, suelen modificar la interpretación de estadísticas realizadas por organismos encargados de brindar información sobre el hecho o en todo caso, realizan estadísticas no fundamentadas para persuadir al público al que se dirigen mediante la difusión pública de elementos que parecen haber sido realizados adecuadamente, generando problemáticas al evitar presentar la realidad de las víctimas e incluso de los agresores, desinformando a la sociedad sobre lo que es y de esta manera desvirtúa los hechos.

Si bien, los medios de comunicación no solo son medios que exponen información, sino que también, son herramientas funcionales para la persuasión de quien los utiliza. Esta finalidad se emplea acertadamente debido a que, para el ser humano no basta la relación directa o indirecta con los delitos de violencia de género para comprender lo que sucede, sino que necesita reafirmar que, lo que conoce alguien más también lo nota y es en ese espacio en el que los medios de comunicación interceden reafirmando que la violencia contra la mujer existe, pero de una forma descontextualizada debido a las creencias culturales o ideologías de quien emite el mensaje.

Los medios de comunicación replican pautas de comportamiento y modelos de referencia para toda la comunidad, con lo que contribuyen a perpetuar el orden social establecido. Estos modelos son presentados en forma de estereotipos, vale decir, “un conjunto de ideas que un grupo o una sociedad extrae a partir de las normas o los patrones culturales previamente establecidos”

(Catunta Calle, 2015, P.8)

En los casos de violencia de género, los medios estigmatizan a la víctima mediante adjetivos calificativos que restan importancia o que en todo caso revictimizan a la víctima, además de  presentar el problema de forma distorsionada al público, influyendo en la percepción de los géneros y las violencias ejercidas, lo cual contribuye en la creación de errores cognitivos al reafirmar patrones negativos para la sociedad que derivan en la normalización de un problema y por consecuente, en la nula o mínima importancia del mismo.

El lenguaje utilizado para la proporción de información de estos acontecimientos pretende enviar un mensaje machista y patriarcal a la población al presentar a las víctimas como mujeres que merecían el daño ejercido por no ser sumisas ni obedientes al hombre que las ha violentado, alejándolas de una vida redignificada por parte de las autoridades, al resaltar el estereotipo típico y conveniente para el agresor, es decir,  mujeres que no deben hablar, resistirse u oponerse a lo que los hombres planteen, pues al hacerlo no merecen respeto por la sociedad, pues han fallado en su rol, influyendo incluso en la toma de decisiones de quien se encargue de la investigación del caso.

Por lo tanto, los medios de comunicación proporcionan pautas de comportamiento para las colectividades y de manera explícita o implícita exponen formas de control social que, al no analizarse a profundidad, favorecen la existencia y aceptación de la violencia de la mujer por el simple hecho de ser mujer.

Según Catunta Calle (2015), la mayoría de los medios de comunicación narran hechos trágicos contra las mujeres y solo un 20% hace referencia a la prevención de este tipo de violencia, pues si bien, pareciese que lo más importante para el medio es exponer a la mujer como objeto de entretenimiento, dejando detrás el mecanismo preventivo de la publicidad mediante el reconocimiento de acciones contra la violencia de género.

En consecuencia, lo propuesto por los medios de comunicación, a pesar de que la violencia hacia la mujer se refleje mayormente en los periódicos, televisión o radio, no significa que estos sean tratados sin prejuicios hacia la mujer o se evite que las mujeres perciban que pueden ser maltratadas por cualquier hombre, es por ello que prestar atención a lo que se manifiesta al público es necesario y urgente, para eliminar vicios que alimenten a imaginarios sociales negativos o que incluso imposibiliten el conocimiento de otras violencias ejercidas, no solo física, psicológica y sexual, sino también económica o aquella empleada por servicios de salud, en instituciones educativas, en la política,  entre otras.

Asumir que la violencia contra la mujer es mera crónica roja, implica dejar de lado el hecho de que los malos tratos, además de ser un delito, constituyen un problema social y un atentado contra el derecho a la vida, la dignidad y la integridad física y psíquica de las mujeres víctimas, y que relativizar su importancia y no ver este problema como un mal endémico social es, en parte, lo que impide que este tema reciba la atención que requiere.

(Catunta Calle, 2015, P.11)

En la ciudad de Puebla, casos como los de Lesvy Rivera o Mara Fernanda Castilla, son ejemplos de la influencia positiva o negativa de los medios de comunicación, pues mediante ellos se informó a la sociedad poblana lo que sucedía en la ciudad en contra de las mujeres y no solo presentaba los casos, pues en algunas notas se profundizó en el estudio de los factores de riesgo y se señaló el posible desarrollo de los mismos, sin embargo, contrastando aquellas noticias, también existieron algunas notas que justificaron al agresor y la privación de la vida de las dos jóvenes, es por ello que, leer y cuestionar lo que se publica es de interés público, pues de esta manera la violencia contra la mujer puede ser vista desde enfoques más realistas y que eviten su reproducción.

Finalmente, se denota que los medios de comunicación en la exposición de casos de violencia de género utilizarán enfoques sensacionalistas al describir los detalles de la violencia sufrida por la mujer e incluso lo detallarán con imágenes sin censura de las lesiones sufridas, haciendo caso omiso a las afectaciones colaterales por la presentación de los hechos y no solo eso, sino que también presentarán la noticia culpando a la víctima por lo que le ha sucedido, excusando al victimario, lo cual naturaliza la violencia y finalmente desviarán la noticia añadiendo elementos sin relevancia, mostrando poca importancia por la violencia que se ha proporcionado a la víctima.

Populismo mediático y su influencia en la normalización de violencia de género.

El populismo mediático surge a través de la utilización de lenguaje que promueve el sensacionalismo y el morbo entre el público que lee, ve o escucha a los medios informativos, redituando la violencia para obtener un mejor posicionamiento en las sociedades.

La utilización del populismo mediático favorece la muestra de una realidad distorsionada al ofrecer sólo lo que el público quiere ver, leer o escuchar o para afirmar lo que piensa, es por ello que, la violencia es un tema que permite la utilización de este populismo al ser un tema que más atención suele prestar en la vida cotidiana, a diferencia de la seguridad, por consiguiente lo que se informa no se analiza y se exagera para llamar la atención, desarrollando una relación infame entre la violencia y los medios que la muestran.

A través de  la popularización de un hecho en donde se ha ejercido violencia de género, se ofrece una perspectiva de permisión hacia este modelo de violencia, lo cual puede ocasionar un acto reflejo en la realidad de quien la conoce, por tanto, el populismo no solo se queda en los diarios o en las noticias televisivas o en aquello expresado en radiodifusoras, puesto que al darse a conocer a las personas de forma “popular”, se influye en el público y se normalizan las acciones negativas hacia la mujer.

Adicionalmente, la capacidad de elegir contenidos permitiría reconocer que las noticias de violencia de género contienen más estigmas que información valiosa para prevenir, concientizar y accionar contra este tipo de violencia, no obstante, los hombres tienden a preferir contenido violento, de modo que los conciben como elementos naturales en la vida cotidiana, generando desensibilización, violencia e incluso el ejercicio de la misma en su entorno al presentarse una situación similar con la que han tenido contacto en lecturas o medios audiovisuales.

En consecuencia de lo ya mencionado, es importante que los periodistas o las personas encargadas de la comunicación de una noticia ligada a la violencia de género, profundicen sobre los titulares o la presentación de imágenes, puesto que ahí radica la primera idea que el público tomará sobre este tipo de violencias, incidiendo en su forma de percibirlas, lo cual podría guiarlos a evitarlas o llevarlas a cabo, pues según el análisis de imágenes sobre los acontecimientos, expuestas por estos medios, en un 14% reproducen violencia explícita y en un 12% violencia implícita (CCSJP, 2021), es por ello que se hace énfasis en el tratamiento cuidadoso de esta información, ya que lo que se predica y replica, se normaliza.

Para contrarrestar este problema, surge la criminología mediática, la cual detecta las realidades creadas en la implementación del populismo mediático, con la finalidad de profundizar sobre los discursos globales y conocer las respuestas que darán las sociedades expuestas a este tipo de contenidos al ser influidas por las mismas, para que de esta manera se emplee la conciencia de género que permita comprender, visibilizar y disminuir la violencia de género en las sociedades e incluso la implementada por los medios de comunicación al hacer uso del populismo, el cual seguirá ejerciendo una disfunción de correlación al incrementar el conformismo social sobre la violencia contra las mujeres, ya que la justificará para obtener mayor rating en las vías de comunicación y afectará mayormente a las víctimas.

Concretamente, los medios de comunicación son instrumentos que favorecen el transporte de la información y por tanto tienen el poder de transmitir valores a la sociedad que, en el caso de violencia hacia la mujer, reproducen valores desalineados, generando inseguridad, estereotipos e injusticia social hacia las mujeres, por tanto, la influencia del populismo mediático se ha determinado como un asunto de salud pública en el que Convenciones como Belem Do Pará o también conocida como la Convención para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra la Mujer y la Conferencia de Beijín, encargada de la acción para la igualdad y la paz de las mujeres, han señalado que en el deber de las vías de información, también está la eliminación los prejuicios, tratar adecuadamente los datos obtenidos y elaborar directrices que eliminen el problema, lo cual permitirá cumplir su cometido como Convención y Conferencia en auxilio y a favor de las mujeres a una vida pacífica y por tanto libre de violencias. (Bonavitta & Garay Hernández, 2011)

Afectaciones causadas por medios de comunicación a víctimas de violencia de género de la ciudad de Puebla.

En la actualidad, las mujeres víctimas de violencia de género se han expuesto en los espacios mediáticos de forma indigna, debido a que sus identidades se describen en titulares amarillistas y sus cuerpos se presentan a través de imágenes explícitas de los daños que han sufrido, sin considerar el respeto a la mujer que ha sido afectada e incluso a las personas cercanas a ella, ya que en la radicalización de la política de los medios de comunicación, la presentación de un problema serio como un espectáculo, es más importante que la protección e impedimento de revictimización.

Exponer a una víctima conlleva a una serie de violaciones a la ley al incumplir con la protección de la misma y vulnerar sus derechos, como la protección de sus datos personales, su integridad biopsicosocial y el derecho a una vida redignificada después de la solución que sea brindada al término del proceso judicial e incluso mucho después del mismo, por esto mismo, los medios de comunicación deben acatar las leyes de respeto y protección a víctimas para evitar que estas prerrogativas sean dañadas, además de evitar que sean estigmatizadas por lo establecido culturalmente, puesto que esto podría implicar afectaciones al desarrollo humano de las víctimas.

La protección de los datos personales es reconocida como un derecho humano en el artículo 16 constitucional y no solo ello, sino que también se determina su protección en la carta de derechos de la víctima y de la o el denunciante creada por la Fiscalía General de la República, de modo que, el tratamiento de toda la información obtenida de la víctima deberá tratarse correctamente para ejercer la salvaguarda de la misma, pues de no ser así por parte de las autoridades o vías comunicativas, se estará faltando a las leyes y normas establecidas y se afectarán las autonomías de las mujeres involucradas.

Una práctica que también puede dañar a las víctimas de violencia de género es la difusión de las denuncias como mitos o formas de manipulación del hombre, pues es entonces cuando aquella que ha denunciado y aquellas que no lo han hecho por miedo o la falta de reconocimiento de la violencia que sufren, podrían sentirse inseguras y desistir de seguir con el proceso o de interponer una denuncia, empeorando su situación biopsicosocial y cultural.

La trasgresión a los derechos humanos de las víctimas en los informes presentados por los medios trasciende hacia sus ascendientes y/o descendientes e igualmente a personas cercanas a su entorno, dado que el lenguaje con el que se presentan también influye en la percepción de los eventos traumáticos, la cual puede agravarse al justificar la violencia y de esa misma manera, se altera la salud mental y física de las víctimas indirectas.

Constatando las afectaciones causadas por los medios de comunicación hacia las víctimas, en este caso de la Ciudad de Puebla y previstas en el tercer diagnóstico realizado por el Observatorio de Violencia de Género en Medios de Comunicación (2019), enfocado en el análisis de los casos de feminicidios -la máxima expresión de la violencia de género- se determinó que el 31% del lenguaje utilizado en las notas contenía algún estereotipo de género, el cual justificaba la violencia del agresor al señalar que la vestimenta, objetos personales, el uso de alcohol o drogas, el rol de esposa o madre, la nacionalidad, aspecto físico, condición socioeconómica y trabajo sexual, habían propiciado la privación de la vida de las mujeres y no solo este porcentaje es alarmante, puesto que, el 61% de las notas que contenían este tipo de lenguaje tenían como fuente de información a autoridades encargadas de los casos.

En relación a los datos personales, las víctimas directas e indirectas fueron perjudicadas por los medios al publicarse en un 55% de las notas informativas su nombre completo y en un 4% el domicilio completo de la víctima, a diferencia del 6% en el cual solo se publicó un dato de ubicación del domicilio; pese a ello, aunque el porcentaje parezca mínimo, las víctimas son impactadas de forma negativa al dar a conocer a la colectividad información importante y privada, ya que no solo causa afecciones psicológicas o físicas al verse expuestas, sino que también podría ocasionar problemáticas en su entorno próximo al intentar reintegrarse. (OVIGEM, 2019)

En último lugar, OVIGEM (2019) presenta un análisis del lenguaje utilizado en 216 titulares de noticias sobre feminicidios, enlistando verbos, sustantivos o expresiones referentes a la víctima y adjetivos que causaron detrimentos a las víctimas al deshumanizarlas, discriminarlas o estigmatizarlas, invisibilizar su feminicidio, realzar la violencia con la que fueron privadas de la vida y finalmente vulneraron su dignidad con solo una serie de palabras sin conciencia de género, por lo cual es necesario replantear el léxico en las notas que se presenten para evitar dañar sus derechos humanos, desarrollos y autonomías.

EL USO DE PERSPECTIVA DE GÉNERO PARA EVITAR AFECTACIONES A VÍCTIMAS DE VIOLENCIA DE GÉNERO.

La perspectiva de género es un nuevo enfoque propuesto por las mujeres estudiosas de las desigualdades que surgen de los imaginarios sociales, entre ellos los roles de género, proponiendo la visibilización y comprensión de todo aquello que crea una situación de desventaja y opresión de hombres hacia mujeres, evitando el ejercicio de la igualdad formal y sustantiva, fomentando el análisis sin prejuicios de lo que surge entre los géneros a partir de lo histórico, cultural y social, para evitar la repetición de patrones negativos para el género femenino.

La perspectiva de género tiene sus orígenes en el feminismo y sus distintas corrientes, debido a que es a través del análisis de desigualdades de género y de la construcción de este, que se recomienda el cambio de enfoque para visibilizar los factores que originan afectaciones contra las mujeres en la sociedad. Es importante señalar que la perspectiva de género no es similar al feminismo, no obstante están íntimamente ligados, ya que a partir del feminismo surgen muchas de las bases de la perspectiva de género, entre ellas la rama del feminismo disidente, la cual critica los anteriores postulados dentro del feminismo y fuera del mismo acerca del género, con la finalidad de reconocer las exageraciones y las ideas correctas que generan confrontaciones entre los géneros, para evitar que la perspectiva de género se vacíe de contenido político, pues sin éste las relaciones de poder y subordinación pasarían inadvertidas.

La perspectiva de género no busca un beneficio sólo para las mujeres, sino que busca un cambio que genere equilibrio, donde ser mujer u hombre sea irrelevante para el acceso a las oportunidades y al desarrollo personal, es decir, la igualdad de oportunidades para todas las personas.

Contar con perspectiva de género es fundamental en el trabajo de medios de comunicación para atender de forma especializada a víctimas de violencia de género para identificar las discriminaciones a sus derechos y a los hechos, garantizando respeto y equilibrio sin la utilización de estigmas, debido a que identificarán, cuestionarán y valorará la discriminación, desigualdad y exclusión de las mujeres, que se pretende justificar con base en las diferencias biológicas entre mujeres y hombres.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos en Vázquez Camacho (2010) señaló que la investigación con perspectiva de género se refiere a un estándar de derecho internacional de protección de los derechos humanos de las mujeres, que se traduce en que la investigación tiene alcances adicionales cuando la víctima es una mujer que sufre muerte, maltrato o afectación a su libertad personal, en el marco de un contexto general de violencia contra las mujeres, por lo tanto, la información obtenida a través de las diversas investigaciones deberá tener un trato especializado y consciente de los efectos mediatos o inmediatos que tendrán al exponerse a la población.

En constancia de lo mencionado por la CIDH, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (2015) retoma los criterios de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, señalando que el Estado debe establecer procedimientos legales, justos y eficaces para que las mujeres puedan acceder efectivamente a la justicia, pues las mujeres víctimas de violencia, en especial la de tipo sexual, enfrentan barreras extraordinarias cuando intentan ejercer este derecho. Por lo tanto, con el objeto de remover esas barreras, los testimonios de las víctimas de la totalidad de delitos que involucren actos de violencia contra la mujer deben ser valorados con una perspectiva de género, a fin de evitar afirmaciones, insinuaciones y alusiones estereotipadas, que generen en el ánimo de quien juzga, una inadecuada valoración que reste credibilidad a la versión de las víctimas.

Transmitir mensajes adecuados a la perspectiva y conciencia de género, facilitará la exposición de casos sin violentar a las víctimas directas o indirectas, puesto que se retomarán elementos sin estigmas, ni justificaciones al agresor, abonando a la cultura de la denuncia, seguridad y acción para la protección de las mujeres en todas las entidades.

Prevención de violencia de género a través del uso de perspectiva de género en medios de comunicación.

Los medios de comunicación delimitan pautas en la sociedad sobre lo que surge en la vida cotidiana a través de mensajes generalizados y no profundizados, por lo cual contribuyen en la creación de imaginarios sociales que las personas adoptan para formar parte de la sociedad e identificarse en la misma de una manera más fácil, posicionándose sobre la voluntad y acciones de la población, es por ello que al difundir información ligada a casos de violencia de género, las vías de comunicación juegan un papel relevante.

Los casos de violencia contra las mujeres expresos en periódicos, televisión o radiodifusoras distorsionan la imagen de las mujeres afectadas e incluso la de su núcleo familiar o social a través del lenguaje e imágenes, vulnerando su dignidad e integridades, por esta razón la perspectiva de género empleada en los medios de comunicación es necesaria, pues permitirá el estudio de los casos sin prejuicios y le brindará importancia social a los mismos, reestableciendo la mirada hacia las mujeres e incluso hacia los hombres al profundizar sobre las características socioculturales que generan desigualdades sociales y factores de riesgo para las mujeres.

 La conciencia y perspectiva de género comprenden, denuncian y visibilizan la violencia ejercida en contra de las mujeres, sus derechos, autonomías y desarrollos, resaltando que, al no ser utilizada por los medios de comunicación, la violencia sigue ejerciéndose a través de lenguajes sexistas, discriminatorios y erróneos sobre los roles impuestos a las mujeres en la sociedad, por lo cual es sustancial integrarla no solo en el análisis de notas informativas, sino también en la estructuración de las mismas, para coadyuvar en el cambio de entendimiento sobre estas problemáticas en la sociedad. El Consejo Ciudadano de Seguridad y Justicia del estado de Puebla (2021) en el seguimiento al diagnóstico realizado por OVIGEM, puntualizó que sólo el 4% de titulares en medios de comunicación había utilizado perspectiva de género y por lo tanto el 35% de los titulares analizados, minimizaba los delitos o los faranduleaba.

 La violencia de género ha sido normalizada al plantearla como una problemática sin interés en las vías informativas, asumiéndose desde las infancias o adolescencias mediante contenidos que estas vías proponen, debido a que un 32% de los casos contienen detalles explícitos de violencia hacia la mujer y solo el 1% de las notas comprende la violencia como un problema social (CCSJP, 2021), de modo que la perspectiva de género es necesaria para emplear estrategias adecuadas que interpongan el respeto a los derechos humanos de las mujeres y esto sea comprendido así por las poblaciones de diferentes edades, para detectar los daños ejercidos a partir de sus etapas, incidiendo en la disminución de los mismos.

La sensibilización y capacitación de comunicólogos y comunicólogas con perspectiva de género desarrollaría buenas prácticas desde el lenguaje, factor fundamental en la construcción de lo que se piensa, por lo cual las representaciones de la mujer, de la violencia hacia la misma y la comprensión de sus afecciones diarias replantearían lo que debe focalizarse realmente, evitando sexualizar y agredir a la mujer por reclamos informativos que les brinden mayores ganancias y no solo ello, pues se prevendrían actos violentos al cambiar el pensamiento de las mujeres sobre que cualquier persona puede violentarlas, impactando también en el género masculino, el cual reflexionaría sobre los sucesos violentos y se responsabilizaría de sus actos para evitar lastimar a una mujer, reforzando los sanos tratos.

Los medios de comunicación son una herramienta fundamental en el control de la sociedad, por lo tanto deberían ser utilizados de forma proactiva, y seguramente la perspectiva de género lo facilitaría al brindar conciencia profunda sobre el problema, lo cual incluso propondría implícitamente el autodiagnóstico de violencia que sufre una mujer o que emplea un hombre y las formas en que podría evitarse, tratarse o darse a conocer a otras personas, fomentando los tratos justos, equitativos, sanos y de esta manera, los medios de comunicación cumplirían con su finalidad al informar mediante lenguajes y enfoques inclusivos e interseccionales para la prevención o tratamiento especializado de la violencia de género.

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