Hace unos días leí en una nota de un periódico amarillista, cuyo nombre mejor omitiré para no darle más atención, que se planteaban el cuestionamiento “¿Dónde están las feministas?” cuando se dio el asesinato de una mujer por disparo de arma de fuego a plena luz del día en un Estado del norte del país, tratando de desvirtuar el movimiento insinuando que a nosotras nos correspondía impedir que se diera ese lamentable hecho, incluso la nota estaba escrita en un tono que denotaba que a nosotras nos tocaba también impartir justicia tras el suceso.
Sin embargo, nuestra carta magna, en su artículo 17, que a su letra dice:
“Artículo 17. Ninguna persona podrá hacerse justicia por sí misma, ni ejercer violencia para reclamar su derecho. Toda persona tiene derecho a que se le administre justicia por tribunales que estarán expeditos para impartirla en los plazos y términos que fijen las leyes…”
Por ende, la facultad de impartir justicia le corresponde únicamente a nuestro Estado, no nos corresponde a las que nos hacemos llamar feministas. Entonces no, no estamos para impartir justicia.
Donde sí estamos las feministas, es para exigirla.
Estamos en el derecho al voto y a ser votadas.
Estamos en la nueva Ley Olimpia.
Estamos en la Ley Ingrid.
Estamos en los centros de atención y refugios para las víctimas de violencia.
Estamos en la paridad obligatoria a nivel político en México.
Estamos en la lucha por el acceso a la educación para las mujeres en todos los niveles educativos.
Estamos en la participación deportiva nacional e internacional.
Estamos en los avances sobre la libre decisión sobre nuestro cuerpo, nuestra reproducción (incluyendo el aborto) y libertad sexual.
Estamos en los protocolos y alertas de violencia de género.
ESTAMOS EN ESE GRITO DE CADA 8 DE MARZO EN EL QUE NOS ORGANIZAMOS PARA EXIGIR JUSTICIA POR CADA UNA DE LAS VIOLENTADAS, DESAPARECIDAS, ASESINADAS.
Seguirá habiendo quienes quieran desvirtuar el movimiento, pero aquí hemos estado, aquí estamos, y aquí estaremos.