Más evidente imposible. La realidad, aunque muchos se empeñan en evadirla, describe de manera inmejorable la representación política. Aquel concepto creado para sustituir a la monarquía del medievo en el que las ideas de la ilustración sobre libertad e igualdad se tradujeron en un sistema de gobierno (democracia), traducido en la división de poderes, pesos y contrapesos, cuyo instrumento, la representación de la población, pasó a ser toda una novedad que además creó en realidad confianza pura y dura en México, hoy sencillamente es letra muerta.
Los partidos políticos son el vehículo para ello, así lo establece la Constitución Federal. Pero no me digan que Alito Moreno es fiel a esos principios, o que siquiera los entiende. Lo expresamos mil veces al integrar las candidaturas y listas de diputados del club particular que creó (mas allá del club del Ferrari al que pertenece con varios de sus amigos para presumir los modelos de automóviles que poseen), como la diputada Paloma Sánchez que ha expresado abiertamente que es “pluri y a gusto” y que no le importa la gente, muchísimo menos la representación.
Lo cierto es que en esta semana, esto se ha convertido claramente en el marco de la semi ruptura pública que el PAN tuvo con el PRI, por el apoyo que en diputados dió a la iniciativa que legitima al ejército en las calles hasta el 2028, ya que Alito solamente defiende sus personalísimos intereses, a su club, su patrimonio (señalado a costa del erario), y ahora a su supuesto prestigio. Por favor les pido que no se rían, porque él sí cree que en verdad es prestigio.
Tampoco importa que lo que él representa sea lo más distanciado a las causas del PRI, o de la población, y que cínicamente siga aferrándose a un cargo, pero sobre todo a la próxima elaboración de acuerdos, convenios de coalición y nuevas candidaturas. O que sea tan evidente que simplemente ya no hace política, sino que privatizó a la organización política más antigua en México, a la vista de todos sus militantes, dirigentes y de una supuesta élite pensante, que hoy no hace nada para recuperar las verdaderas causas. Mucho menos importa que Enrique Peña lo haya apoyado (impuesto) en el camino a la derrota, para llegar a la dirigencia nacional, esto habla mucho de lo que se ha convertido la “representación popular” y de una ofensiva manipulación de la democracia.
Por otra parte, que decir sobre lo que ha hecho el PAN a través de Marko Cortés y Jorge Romero, quienes se han convertido en los actuales caciques, y titiriteros de personajes como Santiago Torreblanca quien afirma en tribuna, de manera literal con toda su bancada detrás respaldando a un empequeñecido diputado que afirma que “…esa Constitución con la cual ustedes (acusando a los diputados de Morena) se limpian el culo…”. En verdad no hay palabras para describir el enanismo que esto refleja en el concepto de representación.
Ya ni hablar de la triste aproximación del materialmente extinto PRD, controlado por Jesús Ortega a través de Jesús Zambrano, y éste a su vez al testaferro Luis Espinoza Cházaro que presume clubes de vino y puros, adquiere ranchos millonarios, y quien ahora se pasea y pretende negociar como si fuese un prócer de la patria, cuando quienes los conocen bien saben que en sus inicios vestían con ropas bastante sencillas, y afirman que en cada reunión organizaban a los presidentes municipales para hacer negocios a través del ramo 33, cobrando un porcentaje. Pero hoy resulta, que estos personajes encarnan el concepto más importante para la vida política. Y además lo hacen sin ninguna presión o control de su propia militancia.
Pero sí de la sociedad, una sociedad a la cual siguen ignorando y que ha decidido votar por Morena antes que por ellos. Así lo ha manifestado abiertamente en las elecciones del 2015, 2018, 2021 y 2022. Sin embargo en la ruta que ha tomado el país, esto implica muy malas noticias.
La alianza no está rota, lo que verdaderamente está roto es el liderazgo, sobre todo la representación.
Y no es pregunta.
@MarthaGtz